lunes, 18 de abril de 2016

Cartas desde Asia: El camaleón asiático que nos cambió el rumbo - Malasia

Kuala Lumpur, Malasia.

Nunca conocí a un país como a Malasia. Ni siquiera el mío lo conozco así. Desde sus comisarías, embajadas, organismos públicos y hospitales.
En Malasia conviven la modernidad y tecnología en su máxima expresión, con costumbres y leyes radicales y la religión del Islam. Las mujeres andan con vestidos largos hasta las manos y pies con velos de colores, el alcohol existe para los turistas, autos de lujo transitan en una calle caótica sin veredas! (el peatón camina como manada de selva entre los autos). 

Las otras dos culturas predominantes son India y China, por lo que están acostumbrados a convivir con gente que usa menos ropa que ellos. 

Con los novios el día de su boda.
No existe contacto físico entre desconocidos
 en los países musulmanes. 
El camaleón asiático


Si tuviera que representar al malayo con un animal, sería el camaleón. Así como el animal adquiere el color de la superficie por la que transita, pero mantiene su forma, los malayos se han sabido adaptar a su entorno y al mundo satisfaciendo sus necesidades, con una diplomacia ante la cual un ministro de Relaciones Exteriores debería sacarse el sombrero.

Se llevaron a escondidas el caucho de Brasil, lo cultivaron y lo hicieron uno de sus principales productos de exportación. Usan ropa acorde a la costumbre musulmana y a la vez hay shoppings con la máxima variedad de artículos y ropa occidental, con escotes sexys y polleras cortas (me preguntaba quien usaba esa ropa!).
La raíz de sus leyes y su cultura es india, con un toque de China, combinación que ves en las pieles de sus hijos malayos (un malayo es como una mezcla de chino e indio). 
Aromas picantes de sus platos inundan las calles con una ensalada de sabores asiáticos, donde se disfruta aspirando el vapor de sabores con la shisha1.
Malasia es un punto estratégico para el comercio marítimo regional. Un sultán en los años 1400 se convirtió al Islam, y desde ese momento Malasia resultó en el puerto estratégico de comercio del mundo árabe. La ciudad de Melaka muestra el esplendor marítimo con influencias de la era del sultanato, portuguesa e inglesa. 
La combinación en la vida malaya es tan interesante que deja al turista y al emprendedor con ganas de explorar.


Las Torres Petronas son un emblema de Kuala Lumpur. 
Por ejemplo, el cine es occidental prácticamente, sus publicidades y revistas estan pobladas de gente blanca tipo europea. La moda y los shoppings siguen el modelo capitalista. La ciudad luce vanguardista a los pies de las torres Petronas; diseño, modernidad, verde selvático, ambiente empresarial y emprendedor, color y sopor tropical.  La música malaya es un encanto. Los malayos se muestran calmos, atentos y abiertos. Su historia data de un pueblo resiliente, que sufrió mucho su independencia y guerras internas posteriores, pero eso jamás le impidió seguir adelante, con un estilo pragmático y sin mirar atrás. 


Cambio de rumbo inesperado

Malasia fue el país que nos cambió el viaje. Regresamos de Singapur, estábamos exhaustos luego de un viaje que de 4 horas en teoría, resultó en 9 horas y media. Perdimos el vuelo a India. A Nicolás le dolía mucho su pie y cojeaba. Me empecé a preocupar. Volvimos a lo de Martín, nuestro amigo uruguayo. Gracias a él y Alina (su novia) tuvimos mate, buena compañía para Navidad y ayuda para los días siguientes que se llenaron de problemas. 
Al otro día un hombre en moto me arranca la cartera. "Mis pasaportes noooo", grité. Me descuidé confiando en que estábamos en un barrio lindo y que iba a unas cuadras.  Tenía además las tarjetas de crédito, celular y dinero. Justo me pasa esto casi en las antípodas de donde vivo, en un país donde hice la denuncia en inglés y la siguiente pregunta a mi nombre fue mi religión, no entendían qué hacía sola, la gente me miraba, quién sabe si por andar descubierta o por ser alta o extranjera. Y el robo fue un viernes de tarde antes de la semana de Navidad!


Aunque lo peor no había pasado aún. Nicolás había dejado el pasaporte conmigo y tuvo que tramitar uno de emergencia. En ese momento no imaginábamos las odiseas que pasaríamos en los aeropuertos gracias a ese bendito pasaporte.

El día del robo Nicolás ya no aguantaba más el dolor del pie. La infección le había tomado la pierna completa, le dieron antibióticos inyectables y le cortaron el pie para que drenara. El doctor le dijo que si hubiera esperado para ir a la clínica uno o dos días más, la infección hubiera avanzado internamente y hubiera sido grave. 
Después de todo el destino se apiadó de nosotros e hizo que el robo nos detuviera para que Nicolás se atendiera a tiempo. Sucedió en una capital asiática relativamente pequeña, con embajadas y donde los trámites resultaban rápidos, con hospitales buenos y cercanos. Además vivía un amigo uruguayo. Dentro de las desventuras a veces los planetas se alinean.

Los trámites de salida fueron rápidos en las embajadas y engorrosos en las oficinas públicas. Yo tuve que ir a la embajada de Italia diciendo sólo "ciao", "buon giorno" y algo más, así que me mandaron a esperar a la fila de mala gana. Los pasaportes estaban listos en dos días, pero necesitábamos tramitar la visa de India de nuevo, y jueves y viernes era feriado por Navidad.
Después de intentos infructuosos donde Nicolás fue al consulado de India y yo llamé al teléfono de emergencia del consulado, nos resignamos a descartar el casamiento en India. El saree azul eléctrico que me habían hecho para la fiesta, se quedaría esperando por su dueña.


El malayo es el de la derecha.
Nótese la influencia india y china.
De dos días a dos semanas

14 días perduró nuestra estancia en Malasia. Pasamos una Navidad distinta, el ambiente navideño sólo existe en los shoppings para vender más. Para el mundo musulmán era sólo un día más. Lo lindo fue que me encontré una peluquería cosmopolita que celebraba todas las festividades religiosas y un cristiano vecino que nos invitó a misa (ver carta a mi familia en Navidad). Recreamos una cena navideña con Martín, Alina y amigos latinos.
Peleamos con taxistas que se aprovechaban para cobrarte más, con empleados públicos que nos miraban extraño, dialogamos con policías buenos y cínicos, médicos, enfermeras, gente que espera consulta médica o para hacer una denuncia policial y empleados de tiendas. Vimos los ojos de los malayos en su día a día, en su mundo cotidiano de problemas. 
Nos llevamos lo mejor y lo peor de Malasia. A pesar de que sólo conocimos Kuala Lumpur y Melaka, siento que conocí profundamente el país en dos semanas como no he conocido a otro.

Con los pasaportes en mano y deseando dejar atrás las desventuras, compramos pasajes al paraíso de Ubud, a relajarnos y disfrutar en el año nuevo. Lo mejor del viaje aún estaba por venir, pero las desventuras no nos darían descanso todavía. 


1- Es una especia de palillo con vapor de sabores que se aspira en reuniones sociales junto con las comidas.