miércoles, 5 de octubre de 2011

Pedaleada perfecta

Casi me había olvidado lo que era andar en bicicleta. Casi, es simplemente hermoso. Esa libertad de pedalear el camino con mis pies en el aire, pero aún en la tierra. La brisa flirteante corriendo a contrapelo, metiéndose en los recovecos de la piel. Quiero pedalear, cerrar los ojos, dejarme conducir. La bici nocturna me llevaba por las calles de Vitacura, árboles y jardines frondosos, con motoristas retardando el regreso a sus casas y así ver morir el fin de semana. Miedo, movimiento, luces que cortan la noche dominical, y la luna cautivante vigilaba la escena urbanística con sus cuernos al oriente. Naturaleza y pavimento. Soledad. Pequeñas ráfagas de peligro. Minutos eternos. Respiro profundo, ajusto mis dedos en el manillar y mis piernas al compás pedalean el camino a casa. Vivo mis últimas horas del domingo y así me preparo para descansar y amanecer el lunes con energías renovadas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Natita,te "veo" disfrutar con el paseo en bici.¡Qué bueno que la gran urbe permita esos espacios lúdicos, esos pequeños placeres y no encierre a su gente entre muros de cemento! Es revitalizante estar en contacto con la natura,ver el mar,los árboles,el horizonte con sus amaneceres y atardeceres,no perder el contacto con la madre TIERRA que nos nutre.cbg

Anónimo dijo...

Una gran virtud la de poder transformar un hecho cotidiano, común, en una circunstancia de vida interesante, ilustrativa de vivencias propias del ser humano natural que todo lo vive y experimenta por sí, en contraposición del tecnológico, que vive muy lejos de la experiencia de lo natural.¿No te trajo algún recuerdo de los cóndilos? RH.