viernes, 29 de enero de 2010

Libre


Desde que dejé Uruguay, mi relación con el celular cambió totalmente. Prescindí de él por diez días y ahora voy sumando contactos, como una niña que recién empieza a agregar uno por uno pero nadie la llama porque la necesita. Libre. Todo el mundo con sus blackberry, sus llamadas y mensajitos y a mí no me interrumpe nadie. Siento que para mí eso quedó atrás. Pero no es tan fácil, ya voy unos quince contactos y la lista va aumentando de a poco. Voy a seguir disfrutando de estos días en los que caen tres o cuatro mensajitos a la semana.

P.D.: La foto es el empezar de cero, así me sentí cuando llegué: empezar de cero a conocer gente, a trabajar y manejarme en esta gran ciudad sola, con algunos chilenos buenos que me acompañaban.

miércoles, 27 de enero de 2010

¿Uruguay?



Los chilenos no saben nada de Uruguay, sólo que tenemos carne rica y barata y que tomamos mate. Cuando alguno te escucha suelen preguntar, "¿sos de Argentina?" Ahhh sí, como si a los uruguayos nos diera lo mismo que nos confundan con los argentinos. De cuanto chileno me he cruzado, sólo uno me supo decir quién es el presidente de Uruguay, ¿y sabés quién es el entrante? Para weona, apenas sé el que está, no me pidas más. Somos chiquitos, pucha, pensé. No, son ellos los "weones".

P.D.: Por supuesto que en cuanto les decís que sos de Uruguay, te mencionan a Forlán y a Francéscoli. Al menos en el fútbol seguimos bien posicionados, creo.

Malentendidos idiomáticos


Los chilenos creen que hablan español, pero hablan "chileno", sin dudas (Hay un diccionario de modismos chileno-español). Ellos no conciben cómo una no les entiende cuando dialogan. Sobre todo si es sobre la "weada", "weón". La "weada" (huevada, y pronunciada weáa) sirve para designar cualquier objeto o situación. Es muy común que un chileno esté hablando del clima, del recital de música que vio ayer, de la mesa, de las cosas que están encima de la mesa y de que perdió un examen, refiriéndose a cada una de estas cosas como "weada".
-Weón, alcanzame la weada, de aquella weada.
-Ok. ¿Y qué pasó con la weáa ayer, weón?
-Weón, ¿qué weáa?
-La weáa que pasó por la weáa... cachai weón? filete la wea!

Pero ellos siempre entienden de qué "weáa" están hablando, aun sin señalarla ni mencionarla por su nombre. "¿Estai cachando?", te preguntan a cada rato. Y una sonríe y pone la mejor cara de "weona" que entendió pero no tiene nada que agregar.
"Qué weones" pienso, pero esa palabra no la voy usar nunca, me quedo con el che uruguayo.

Nota: por si no quedó claro, "weón" (abreviado wn) viene de "huevón", es similar al "che" uruguayo pero se utiliza también para referirse a un tercero. Puede tener connotaciones negativas también, depende del contexto si uno se queja puede decir "¡qué weón de...!"

lunes, 25 de enero de 2010

Arrrrranquen!


Lo primero que percibí de Santiago de Chile es que sus habitantes son como los uruguayos pero con un cambio acelerado. Es así que uno es pechado todo el tiempo por seres entre 1.55 y 1.75 que caminan apresurados como muñequitos a cuerda. Uno de los lugares digno digno de sentarse a contemplar cómo se pierde la educación civilizada es en el metro:
1- Se divisa el metro a la distancia: ("Prontos") Los chilenos caminan y se forman como un ejército romano.
2- El metro va llegando: Se compilan aún más. Las personas arquean su espalda y adelantan levemente su cabeza, colocándose en posición para correr.
3- El metro para: ("Listos") Se amontonan como hormiguitas en las puertas, manteniendo la posición de carrera.
4- Se abren las puertas: "¡Fuera!" Y salen disparados como caballos que compiten en un hipódromo. Una señora mayor grita porque quiere salir, pero se ve envuelta en el maremárum de personas que la arrastra de nuevo hacia el interior. Lo más gracioso es que una se ríe de la situación y te miran como si fueras una animal.

jueves, 21 de enero de 2010

La despedida

San José de Mayo, Uruguay.
Esa tarde salí a dar la última vuelta por San José. La última. Caminé despacio del brazo de mi hermano, contemplando el vaivén de los árboles, los pocos transeúntes que caminaban sin prisa y las filas de casas sin edificios altos. Nos sentamos en un banco de la plaza y me aferré al brazo de mi hermano. Pasaría más de un año sin verlo, y sin pisar mi pueblito. Miré la plaza por última vez, vi las peatonales iluminadas y los jóvenes tomando mate en el parque, dando la impresión de que el tiempo no corriera en el pago maragato. Disfruté de la última imagen, esa imagen de paz que atesoraré en mi memoria mientras no vuelva...

P.D.: La foto fue tomada por David Leipnitz cuando fue a San José. Le agradezco mucho las fotos hermosas que tomó.